La Newsletter de Tamara Tossi
Diario de una Mujer Moderna
#13 Una aclaración muy necesaria
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#13 Una aclaración muy necesaria

Esa es tan descendiente de la familia real como lo soy yo de los reyes godos, dijo Vivian en cuanto comenté mi adicción a los vídeos de la española que vive en Washington. Además, añadió a la vez que se sentaba en un taburete de madera con un cojín de croché, a los descendientes de la familia real les gustan los países más calurosos. La única vez que estuve en Washington era mayo pero tuve que comprarme un plumífero de rebajas. Lo bueno de ese país es que siempre hay rebajas.

Estábamos en el Panorama, y la dueña, una marroquí con el pelo rubio platino, se acercó a nosotras y nos saludó por nuestro nombre.

Dos americanos, dijo Vivian.

Ya que Vivian no levantó la cabeza de su móvil, me sentí obligada a hacer algún tipo de comentario.

Me encantan las sombrillas, dije refiriéndome a las sombrillas blancas de estilo balinés que habían puesto en la terraza.

La dueña parecía complacida.

Sí, nos ha costado mucho conseguirlas y ahora sueño que nos las roban.

Cuando la dueña se fue, todavía sonriendo, Vivian dejó su teléfono móvil y me miró.

Por aquí roban mucho, dijo.

Respiré aliviada, conociéndola, creía que iba a decir algo peor. Algo ofensivo. Vivian, a veces tiene problemas de verborrea, igual que mi madre, que si tiene que decir que alguien es negro como el carbón lo dice. Lo que ocurre es que en el caso de mi madre, su falta de delicadeza la justifico con la edad. La idea de preocuparse por los sentimientos de la otra persona es, teniendo en cuenta la historia de la humanidad, bastante reciente y mi madre debe tener, si no me fallan los cálculos, al menos cincuenta y muchos. Aunque en mi cabeza tiene treinta y seis y está encerando el pasillo que conecta las habitaciones. Es raro pensar que tu imaginación tu madre tiene cuatro años menos de los que tienes tú.

La dueña del Panorama nos trajo los cafés y Vivian se bebió el suyo despacio mientras parecía meditar sobre algo importante. Pagué y, cuando pasamos por delante de las sombrillas, Vivian se paró en seco.

No es mala idea, dijo.

Sabía a qué se refería pero preferí ignorarla, yo no tengo terraza y la de Vivian es demasiado estrecha. Ha hablado varias veces con el casero para mudarse a un apartamento con una terraza más amplia pero el casero se niega a darle un apartamento más amplio por el mismo precio. Cosas lógicas, supongo.

Tamara Tossi ©

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