Un Soplo de Vida
Una de las ventajas de no tener nada que esperar de los gobiernos, ni de los demás, es la de podernos concentrar en aquellas cosas que son totalmente inútiles
Una de las ventajas de no tener nada que esperar de los gobiernos, ni de los demás, es la de podernos concentrar en aquellas cosas que son, por definición, totalmente inútiles e irremediablemente innecesarias.
Entre ellas se pueden incluir los cafés de Starbucks, las flores frescas, los Pasteis de nata y los libros. Considerando estos últimos, no como una categoría a parte, sino como una nueva que incluya todas esas cosas que si bien pueden parecer innecesarias no son en absoluto inútiles. Los inútiles puede que seamos los que los escribimos o los que como yo hacemos un esfuerzo parecido al arte de escribir o lo que sea que hago cuando me siento en mi escritorio después de vencer la tentación de salir a la calle en busca de un café de Starbucks, de un Pasteis de nata o de alguien que me explique como debo hacer aquello que tengo miedo de hacer.
Clarice Lispector decía «Tengo miedo de escribir. Es tan peligroso. Quien lo ha intentado lo sabe. Peligro de hurgar en lo que está oculto, pues el mundo no está en la superficie, está oculto en sus raíces sumergidas en las profundidades del mar. Para escribir tengo que instalarme en el vacío donde existo intuitivamente. Pero es un vacío terriblemente peligroso: de él saco sangre. Soy un escritor que tiene miedo de la celada de las palabras: las palabras que digo esconden otras: ¿cuáles? Tal vez las diga. Escribir es una piedra lanzada en lo hondo de un pozo.»
Los libros son esas raíces sumergidas en el mar. Y todo lo demás, incluidas mis adoradas luces de Navidad son los adornos que nos permiten salir momentáneamente de ese necesario y peligroso vacío del que si somos afortunados seremos capaces de sacar sangre. Dejémoslas tranquilas.
Tamara Tossi ©