Querido Santa Claus
Prometo que si Santa Claus está leyendo esta newsletter no se sentirá defraudado. No soy de las que compran zapatos que después dejan en el armario. Ni galletas que se terminan poniendo mohosas
Cuando era pequeña, si quería empaparme de la magia de la Navidad, me bastaba con inspeccionar el catálogo de juguetes del Corte Inglés. Sin embargo, con los años he comprendido cuales son las cosas importantes en la vida. Y lo más importante, mejor incluso que poseer juguetes, es poseer apartamentos. Por eso ahora me conformo con apuntarme a centros de yoga situados en apartamentos señoriales de barrios llenos de luces de Navidad.
El centro al que voy últimamente es un piso de techos altos y radiadores con molduras que me invita a pasar los quince primeros minutos de clase pensando en la mejor manera de decorarlo sin arruinarme. Para mí, lo importante no es conseguir llenar ese apartamento de obras de arte, sino, por decirlo de alguna manera, hacer de cada estancia, un catálogo de juguetes del Corte Inglés. Por eso, he decidido escribir una lista con las cosas imprescindibles para que ese apartamento deje de parecer un santuario con velas de soja y se convierta en un auténtico hogar hecho a mi medida:
Un sofá de diez plazas sin chaise longue. Poner uno significaría dejar al descubierto a esa niña que hacía círculos sobre los juguetes más caros para después pensar que Santa Claus, había confundido su selección de regalos con la de alguna niña de gustos más cuestionables pero con los pies en la tierra. Además, ¿quién necesita un chaise longue cuando tiene un sofá de diez plazas? Si quiero poner los pies en algún sitio, sería mucho mejor poner una mesa de madera maciza cubierta con cojines o dejarlos flotando para que no toquen ni el sofá, que por mucho que le doy vueltas, tiene que ser beige. Ni la alfombra, que debido a la arquitectura del apartamento, debería ser, también beige.
Una estantería hecha a medida que cubra todas las paredes menos una. Este punto solo lo tuve que meditar durante los primeros minutos. Las paredes piden a gritos libros y los suelos más alfombras. Cada vez que lo pienso, me veo tumbada en una de esas alfombras leyendo a Jane Austen.
Un árbol de Navidad de dos metros. 450 bolas rojas. 3 metros de cinta decorativa dorada y un gran lazo de terciopelo rojo para la parte superior.
Continúa leyendo con una prueba gratuita de 7 días
Suscríbete a Vida Moderna para seguir leyendo este post y obtener 7 días de acceso gratis al archivo completo de posts.