Las cafeterías, en general, pueden dividirse entre las que huelen a humedad y las que huelen a pan tostado. Estoy en una de mis cafeterías favoritas, que además de oler a pan tostado, huele a miel. Acabo de salir del fisioterapeuta y tengo los mofletes doloridos.
¿Aprietas los dientes? Me ha preguntado.
Todo el mundo aprieta los dientes, los que están vivos aprietan los dientes, los que quieren algo aprietan los dientes, los niños aprietan los dientes, he tenido ganas de decir. Pero no he tenido tiempo. Antes de que pudiera hablar y , aprovechando que tenía la boca abierta, la fisioterapeuta ha metido uno de sus dedos dentro de mi boca y ha empezado a “relajarme” los mofletes. Por eso estoy escribiendo esta newsletter.
«Querido 2025 todavía no me conoces pero puedes confiar en que me merezco mucho este café» Y no sólo este café. Después de la sesión de relajación para mis mofletes, me merezco todos los cafés, el pan tostado, la miel y los jerséis de cashmere del mundo. Y la falda de cuadros. Me merezco mi biblioteca. Y me merezco volver a leer la obra completa de Paul Auster, la obra de un espíritu.
He pedido un dos batch brew y un sándwich de Za’tar, aove y tomate confitado a las finas hierbas para Dani. Creía que el sándwich llevaba miel pero no lleva. La miel era producto de mi ficción personal, el resultado de la relajación de mis mofletes. En la planta de arriba un hombre está hablando por el manos libres. Se queja de que su mejor amigo se ha casado con una mujer viciosa y no para de llamar a su interlocutor hermano. En fin, ¡feliz 2025!
Tamara Tossi ©