El arte de rellenar un croissant
Todo el mundo pide los croissants rellenos por el relleno, no es tan difícil de entender
La acción ocurre de la siguiente manera: entras en una cafetería, te sientas en las mesas que dan a la ventana y pides que te traigan un croissant relleno de cangrejo.
Mientras la camarera anota la comanda y te pregunta si quieres el agua con hielo, te pones nerviosa. Tienes miedo de que los croissants de cangrejo se terminen, no sería la primera vez, ni la última, piensas con nerviosismo. Los siguientes cinco minutos están llenos de angustia. La camarera se ha ido y no te queda otro remedio que confiar en que haya seleccionado la opción adecuada en el iPad que lleva colgado al cuello, estás casi segura de que lo ha hecho, pero una pequeña duda no te abandona. Si la camarera se ha equivocado es posible que para cuando haya enmendado su error ya no queden croissants de cangrejo. Eso sería terrible, es posible que otro día no fuese tan importante pero hoy es viernes, hoy has tenido un mal día, te levantaste tarde, tuviste que salir de casa con el pelo mojado, en el metro la señora que tenías al lado olía a carne en mal estado. Necesitas que todo salga bien.
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