Debido a que siento una profunda desconfianza por las personas a las que no les gusta comer, no consigo comprender qué hacen con su tiempo y su dinero las personas que deciden que para sobrevivir es suficiente comer una ración de ensaladilla rusa servida en un plato de té, o una zanahoria con una galleta. En mi caso, si tengo que elegir, entre las dos opciones, me quedo con la primera, aunque la idea de la zanahoria y la galleta me parece tan deprimente que si me obligaran a seguir esa dieta durante el resto de mi vida, preferiría prescindir de la zanahoria y morir de diabetes pero con dignidad.
Está claro que mi amiga Anna no pensaba lo mismo cuando quedé a comer con ella en un restaurante en el que las únicas personas que tenían el plato vacío eran, ella y un bebé que jugaba con un jilguero de peluche.
Keep reading with a 7-day free trial
Subscribe to La Newsletter de Tamara Tossi to keep reading this post and get 7 days of free access to the full post archives.