Algunas cosas: todo lo que necesito es una taza de Café
Mi decisión de empezar a tomar café tuvo que ver con mi otra decisión, la de coger las riendas de mi vida
Irvingfarm.com
Hace algunos días, tomé café en una cafetería nueva. En realidad, se trataba de la nueva localización de una cafetería que ya conocía. Motivo por el que me sorprendió que a pesar de que las tazas, la leche y el bizcocho de zanahoria eran los mismos, todo parecía y tenía un sabor diferente. He pasado la semana pensando en la razón por la que dos cosas casi iguales pueden resultar del todo diferentes dependiendo del momento personal en el que nos encontremos.
Empecé a beber café hace dos años. No recuerdo el motivo. Es posible que las tazas rellenas de un líquido negro y espeso que veía en los bares no me invitasen a querer probarlo. Ahora sé que mi decisión de empezar a tomar café tuvo que ver con mi otra decisión, la de coger las riendas de mi vida. O como diría Mihály Csíkszentmihályi: en un momento dado decidí que intentaría controlar mi conciencia para poder tener la habilidad de centrar mi atención a voluntad. Así evitaría las distracciones y podría concentrarme el tiempo que necesitase para lograr mis objetivos. Y así, de esa manera, podría disfrutar de los acontecimientos de la vida cotidiana.
Lo que pasa es que te has pasado toda la vida con sueño, me dijo Daniel cuando le comenté todo esto de centrar la atención a voluntad.
Puede que tenga razón.
Tamara Tossi ©
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Aquí os dejo algunas de mis cafeterías preferidas. Las hay para todos los gustos pero todas tienen un café delicioso. Si tuviese que elegir una, sin duda, me quedaría con Irving Farm New York, ya sabéis, motivos sentimentales.
Religion Specialty Coffee, Madrid
Fue nombrada una de las mejores cafeterías de Europa y la segunda de España por la revista Big Travel Magazine. A mí me encanta su café pero sobre todo su bizcocho de zanahoria.
Acid Café, Madrid
Sin lugar a dudas, el ambiente de esta cafetería es mi preferido en Madrid. Me recuerda a las cafeterías de Ámsterdam, donde todo parece fluir, y donde todos parecen hacer algo interesante con sus vidas. El mejor consejo que te puedo dar es que además de un café pidas un croissant o un pain au chocolat. También tienen pan de masa madre que a todas luces será delicioso. Por desgracia, nunca lo he probado. Lo tanto la bollería como el pan se puede pedir a domicilio. De estas cosas son de las que una se entera preparando la columna.
Florence Specialty Coffee, Luxemburgo
Supimos de esta cafetería a través de internet y a pesar de que tuvimos que esperar a que abrieran (no abren hasta las ocho los fines de semana y nos habíamos levantado a las seis ) puedo decir que mereció la pena. Como suele ocurrir, a veces, lo que puedes encontrar en una cafetería no tiene nada que ver con el café, que era delicioso. Lo que me llamó la atención es que ese lugar tenía sentido. Se notaba que las personas que lo habían construido creían en su misión. Y que en la base estaba hacer un mundo más justo. Después me informé y supe que la razón por la que se definen como una pequeña cafetería con una gran misión es porque compran el café directamente a los productores en países como Uganda, Ruanda, Burundi, Camerún o Kenia. Y además, son productores a los que previamente han conocido personalmente, haciendo especial hincapié, en el desarrollo de las mujeres en la agricultura. En resumen. Un ejemplo de negocio. No me extraña que sintiese cierto anhelo al abandonar el lugar. No dejéis de probar su gâteau au citron.
Gâteau au citron Florence Specialty Coffee
Bloom, Luxemburgo
Si es verdad que la decoración era maravillosa y que podría haberme llevado los muebles para ponerlos en mi casa, lo que realmente me hubiese gustado llevarme, fueron las molduras del techo. Por favor, si alguien sabe donde puedo comprar esas tazas que me avise, gracias.
Irving Farm, Nueva York
Cuando tostar café en la ciudad de Nueva York todavía estaba prohibido ellos ya lo hacían. No tengo palabras para definir su café por lo que mejor os contaré que pedí que me lo enviaran a mi casa de Madrid y se lo regalé a Daniel por nuestro aniversario de boda.
Por cierto, el libro se llama Fluir (Flow) y es de Mihály Csíkszentmihályi.