Empecé a leer el Diario íntimo de Kierkegaard hace un año y medio. Lo hice con ganas. No dejaba el libro. Me lo llevaba en el metro, a Starbucks. Incluso llegué a dormir con él debajo de la almohada.
Solo duermo con los libros que me gustan de verdad. Los abrazo y me pego a ellos. Me consuelan. Me siento protegida y cuidada. Creo que si aprieto el libro contra mi cuerpo una parte de la inteligencia del autor entrará a formar parte de mí. Dormí con Kierkegaard durante una semana entera.
Hasta que me cansé, o algo llamó mi atención y me entretuve y me perdí y esta mañana cuando estaba pasando la aspiradora he encontrado el libro entre la montaña de libros que hay en el suelo, al lado de mi cama. Lo he cogido, había un marcapáginas. No quedaban mucho por leer. No tengo ni idea de porqué lo abandoné.
Me pregunto si con los amigos ocurre lo mismo que con los libros.
Keep reading with a 7-day free trial
Subscribe to La Newsletter de Tamara Tossi to keep reading this post and get 7 days of free access to the full post archives.